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De interés

Siglos XIII al XV. Son pocos los restos que quedan de la antigua villa medieval de Zahara para que podamos hacernos una idea de lo que fue su aspecto original. No en vano, todo el poblado estaba rodeado por un cordón defensivo constituido por lienzos de muralla con torres de trecho en trecho, estando todo el conjunto almenado; e incluso en varios lugares defendido por dos murallas - que se hacen tres si consideramos las propias del castillo en sí. El lienzo de muralla mejor conservado queda en la zona oriente. Del conjunto defensivo originario, lo que hoy llama más la atención, por ser lo único conservado, es la Torre del Homenaje, situada en el punto neurálgido del castillo y en su cota más alta – a 605 m. sobre el nivel del mar. El exterior, adaptado al terreno, presenta planta prácticamente cuadrada (12 x 12,60 metros) y ángulos redondeados, producto de la asimilación de la arquitectura militar nazarí con la cristiana como ocurre en el caso de la cercana Olvera. El interior de ambas plantas se encuentra dividido en cuatro compartimentos cada una, mediante arcos rebajados que se entrecruzan para formar dichos espacios, y que se cubren, a su vez, por bóvedas vaídas. En la cámara baja - por donde actualmente se entra- nos sorprende una piedra de grandes dimensiones y de función desconocida. De la primera planta destaca la chimenea - de tradición cristiana - y dos ventanas de grandes proporciones, situadas antagónicamente. La última planta corresponde a la azotea propiamente dicha, en donde encontramos la salida de la chimenea y cuatro grandes merlones esquinados, que constituyen el almenaje. La comunicación de las plantas se realiza mediante escaleras abovedadas construidas en el interior. Como artificios defensivos encontramos: las saeteras, de pequeño tamaño y situadas en diferentes punto; restos de probable matacán sobre la puerta original de entrada a la primera planta, construida de ladrillo; y un talud, en la cara noroeste, que cumplía diferentes funciones. La Torre del Homenaje se resume en sí como una edificación partícipe, y a la vez, individualizada del castillo: cumplía la función de ser el último reducto donde refugiarse en caso de que hubiera caído el resto de la villa, con la esperanza, por parte de los sitiados, que una ayuda venida del exterior o una paz negociada, les permitiera seguir con vida.

Dirección:  Parte más alta de Peñón

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